GIGANTE. Entrevistas y dos ediciones. Sudamericana en Argentina. Edebé en Chile.
Entrevista realizada por Rogelio Demarchi
En “Gigante”, la narradora invita a los más chicos a
mirar el patio de la abuela desde el punto de vista
de un ser pequeño y desvalido.
http://www.lavoz.com.ar/Nota.asp?nota_id=534624
Manucho juega en el patio de la casa de su abuela. Es la hora de la siesta. Mientras los abuelos duermen, con la lupa que usa el abuelo para leer el diario, el niño se entrega al torbellino de la imaginación para sumergirse en el eterno juego de los exploradores al que cientos o quizás miles de generaciones le hemos rendido tributo. Sobre esa idea se desarrolla Gigante (Sudamericana), el nuevo libro para chicos de Graciela Bialet, acaso más conocida por sus novelas juveniles alrededor de temas de alto impacto social –los desaparecidos, el cáncer, la adopción– que por sus propuestas para los más pequeños, donde también cuenta con una obra interesante que tiene características distintivas. "Casi todos los personajes de mis cuentos para chicos son débiles, contestatarios o especiales. Creo que escribo desde la vulnerabilidad, desde un lugar de resistencia. Tal vez porque estoy muy identificada con la causa de los chicos", explica Graciela. –¿Cómo se aplica eso a esta historia? ¿Cómo surge la idea? –El tema del poder y los antihéroes tratando de hamacarse entre lo que se puede o se debe, son temas que siempre me inquietan. Entonces, un día lo vi a mi nieto Manuel jugando con una lupa y ahí se disparó esta idea.
Otra mirada Pero en la literatura las cosas no están obligadas a ser tan lineales. Por el contrario, es mejor que no lo sean. Por lo tanto, la simple historia de Manucho jugando en el patio de la abuela se transforma a partir del momento en que su autora decide contarla desde el punto de vista de la hormiga. –La misma historia contada desde el punto de vista del chico o de la abuela pierde sentido. Pero desde la hormiga, cobra otro valor. –Precisamente porque es la más débil, la más chica. Y por su tamaño, en este cuento es la más desvalida. En esta historia me interesó particularmente poder hablar acerca de cómo los significados pueden trocarse, depende de quién los esté interpretando, o necesitando, o usando para justificar opiniones. La lupa me permitió ser ese instrumento que agranda o achica la información dominante. Gracias a la lupa Hay otra vuelta de tuerca en el relato: la lupa le permite a la hormiga ver a la abuela cuando ésta se acerca al nieto para husmear qué está haciendo con un objeto del abuelo. Así, la hormiga descubre que se trata de su enemiga: la mujer que vive echando venenos por todo el patio, la que cuida los rosales, cuyas hojas, asegura el cuento, son las preferidas de las hormigas. –Por todo ello, la lupa es un personaje más. –Fijate que la lupa es la que pone en escena los mundos opuestos de la hormiga y la abuela. Casi como la televisión cuando pone el foco, un primer plano, sobre lo que quiere remarcar. Todo el contexto que no entra en la lente de la lupa queda precisamente afuera. –En ese plan, y como contrapartida, no dice nada del nieto, o no le preocupa como la abuela. –El niño es niño. Está tratando de entender su propio juego y queda al medio de una disputa que no es suya. Y decide por lo que sabe y le concierne: seguir jugando a los exploradores de jardines. –¿Cómo fue el trabajo con la ilustradora? –Claudia Degliuomini fue elegida por Mariana Vera, la editora, y resultó un hallazgo para el cuento y para mí. No nos conocemos personalmente, pero hemos dialogado trabajando en equipo. Presentaba bocetos, los analizábamos, ella proponía escenas (incluso los cactus fueron idea suya), yo aportaba lo mío. Algunos amigos me ayudaban con sus opiniones. Bueno, realmente fue una creativa experiencia y me parece que eso se nota en el resultado del libro.
jueves, 11 de julio de 2013
http://www.dondevivenloslibros.com/2013/07/gigante-graciela-bialet.html
Gigante, Graciela Bialet.